DÍA 11: 25 de Octubre de 2017
Buenos días, tardes o noches, navegantes.
La clase de hoy ha tratado sobre la teoría de la luz, que es lo que nos permite ver todo lo que nos rodea, por lo que sin ella no existe lo visual.
A lo largo de la historia, la luz siempre se ha utilizado para simbolizar lo divino, lo inalcanzable o lo sagrado, así como en cierto modo el poder, pues tras el descubrimiento del fuego, el hombre se empodera y es capaz de vencer a la noche y al frío, todo esto gracias, esencialmente, a la luz.
Por otro lado, la sombra sería lo consustancial a la luz, lo que surge como consecuencia de ella: el reflejo de los cuerpos.
A la hora de hablar de iluminación podemos distinguir, principalmente, dos tipos: la iluminación natural, que es aquella que no produce el ser humano, como por ejemplo el sol, las estrellas, la luna...; y por otro lado, la iluminación artificial, la que produce el ser humano, y que a su vez puede ser continua, como los focos, o discontinua, como un flash o una luz intermitente.
Algo obvio que todos sabemos, o al menos intuimos, es que la sombra es la zona a la que no llega la luz, y que estas nos pueden orientar visualmente, pues nos proporcionan datos acerca del volumen, el relieve o la profundidad de un cuerpo. A su vez, podemos saber también que la luz y la sombra nos indican aspectos temporales, como la hora del día, la estación del año en que estamos...
Durante el movimiento impresionista se estableció una ruptura muy importante con la pintura anterior, de modo que la luz se comenzó a tratar de un modo diferente, de forma confusa e intuitiva, realizando para ello estudios científicos de la luz, el color, la sombra...
Además de esto recibimos unas pequeñas instrucciones sobre el uso de algunas opciones de las cámaras fotográficas para poder trabajar con la luz, entre las que se trataron el tiempo de obturación, que es el tiempo que tarda en abrirse y cerrarse el obturador a la hora de capturar una imagen; el ISO, que es la sensibilidad de la cámara a la luz, de modo que nuestras fotografías podrán salir más o menos iluminadas según el nivel de ISO que pongamos; y la apertura del diafragma, que actúa como el iris de nuestros ojos, enfocando y desenfocando mejor o peor los objetos que tenemos cerca o lejos.
La clase de hoy ha tratado sobre la teoría de la luz, que es lo que nos permite ver todo lo que nos rodea, por lo que sin ella no existe lo visual.
A lo largo de la historia, la luz siempre se ha utilizado para simbolizar lo divino, lo inalcanzable o lo sagrado, así como en cierto modo el poder, pues tras el descubrimiento del fuego, el hombre se empodera y es capaz de vencer a la noche y al frío, todo esto gracias, esencialmente, a la luz.
Por otro lado, la sombra sería lo consustancial a la luz, lo que surge como consecuencia de ella: el reflejo de los cuerpos.
A la hora de hablar de iluminación podemos distinguir, principalmente, dos tipos: la iluminación natural, que es aquella que no produce el ser humano, como por ejemplo el sol, las estrellas, la luna...; y por otro lado, la iluminación artificial, la que produce el ser humano, y que a su vez puede ser continua, como los focos, o discontinua, como un flash o una luz intermitente.
Algo obvio que todos sabemos, o al menos intuimos, es que la sombra es la zona a la que no llega la luz, y que estas nos pueden orientar visualmente, pues nos proporcionan datos acerca del volumen, el relieve o la profundidad de un cuerpo. A su vez, podemos saber también que la luz y la sombra nos indican aspectos temporales, como la hora del día, la estación del año en que estamos...
Durante el movimiento impresionista se estableció una ruptura muy importante con la pintura anterior, de modo que la luz se comenzó a tratar de un modo diferente, de forma confusa e intuitiva, realizando para ello estudios científicos de la luz, el color, la sombra...
Además de esto recibimos unas pequeñas instrucciones sobre el uso de algunas opciones de las cámaras fotográficas para poder trabajar con la luz, entre las que se trataron el tiempo de obturación, que es el tiempo que tarda en abrirse y cerrarse el obturador a la hora de capturar una imagen; el ISO, que es la sensibilidad de la cámara a la luz, de modo que nuestras fotografías podrán salir más o menos iluminadas según el nivel de ISO que pongamos; y la apertura del diafragma, que actúa como el iris de nuestros ojos, enfocando y desenfocando mejor o peor los objetos que tenemos cerca o lejos.
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